Historias que no son divertidas, tampoco hablan de un mundo intacto. Tratan de marginados, de la opresión y de discriminación racial, de la guerra, de conflictos en el ámbito individual y social, de prejuicios, de separaciones matrimoniales, de hambrientos, de alcohólicos... Son preguntas y no respuestas, que exigen la conversación entre el niño y el adulto.