Las cualidades del teatro de Sófocles (496- 406 a.c) justifican la veneración de que gozó el autor ateniense en su época. La destreza para condensar la acción y dotar al drama de un inquietante suspense, el dominio de un lenguaje claro, elegante y poético con el que dar forma a vivaces y tensos diálogos, y sobre todo, la capacidad de crear personajes hondamente humanos, convirtieron a Sófocles en el trágico por excelencia.