David Balfour, un muchacho atrevido y orgulloso como el Jim de La isla del Tesoro, se ve envuelto en una doble serie de aventuras: las producidas por su propia situación personal un huérfano a quien le han usurpado la herencia y las derivadas de su encuentro con Alan Breck, que lo sumergen en el transfondo sociopolítico d e las secuelas de la guerra civil inglesa del siglo XVIII, mientras se inicia en su nueva condición de adulto. Al interés del relato hay que sumar la belleza de la prosa limpia y musical de Stevenson, de quien dijo Chesterton: «Fue un hombre universal, y dijo cosas sensatas no solo sobre todos los asuntos, sino, dentro de lo lógicamente posible, en todos los sentidos».