Desde siempre, los cuentos de hadas, elegidos de forma adecuada para cada edad del niño, han supuesto un alimento muy especial para el alma infantil. Sin embargo, no acostumbramos a pensar en la fuente, profunda y amplia, que da origen a estas narraciones.
A comienzo de la Edad Media los cuentos de hadas aportaban, a través de su lenguaje imaginativo, contenidos muy profundos al ser humano adulto que, en aquellos tiempos, aún no estaba tan desarrollado intelectualmente como en el momento presente.
En la actualidad, el niño está amenazado, a partir de su más tierna infancia, por una formación intelectual precoz, y ante el asalto de una civilización extremadamente intelectualizada, podemos valorar con gratitud aquel legado del pasado que alimenta y protege su vida interior.
Esta vida interior, aun desarrollándose la mayoría de las veces a escondidas, puede llegar a jugar un papel sumamente importante en su vida posterior de adulto.
Consideramos que esta traducción es la que más fielmente reproduce el trabajo original de los hermanos Grimm, así como el espíritu de los textos.